martes, 27 de mayo de 2008

EL REY DE PRIEGO NO PUDO RECORRER LAS CALLES DE SU PUEBLO







No pudo ser. 35 años después de aquel Domingo de Mayo de 1973 se repetía la historia. El divino Nazareno no pudo recorrer las calles de su pueblo debido a la tan necesitada lluvia que, todo hay que decirlo, se ha convertido en la triste protagonista del Mayo prieguense, ya que sólo uno de los cuatro desfiles previstos se ha celebrado finalmente. Aún queda el de Ntro. Padre Jesús en la Columna el próximo 8 de junio, en el que esperamos que el tiempo, pese al 'sambenito' de esta querida archicofradía, nos de una tregua.
Y volviendo al pasado domingo, tuvo que ser todo un trago para la Junta de Gobierno adoptar la decisión, primero de retrasar la salida media hora y finalmente, suspender el desfile y realizar un acto en el interior del templo.
Mucho se está hablando sobre el particular en distintos foros, por lo que me voy a limitar a expresar mi opinión al respecto. Desde mi punto de vista, a las ocho en punto se debería haber decretado la suspensión, haber abierto las puertas del templo y que la masa de fieles que se congregaban en el Compás, accedieran al mismo y pudieran contemplar al Rey de Priego en su trono, que permanecería sin moverse junto al altar mayor.
Lo que finalmente se hizo no gustó a mucha gente, ya que tuvieron que esperar casi una hora y cuarto para que se abrieran las puertas de San Francisco y cuando finalmente se hizo, era materialmente imposible acceder al templo. Para colmo, el episodio de algunos costaleros a los que le dio el 'avenate' de sacar a la imagen fuera, desobedeciendo lo acordado por la Junta y hasta cierto punto saltándose las indicaciones del Jefe de Costaleros, no tiene comentario.
Aún así, no cabe duda de que el Nazareno levanta pasiones y el Domingo pasado fueron muchas las lágrimas que brotaron cuando la caprichosa meteorología impidió que su divina efigie paseara por las calles de Priego.
No nos queda otra que esperar al Viernes Santo o como muchos hicieron ayer mismo, besar su bendito pié para que nos dé fuerzas en esa larga espera.

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